Qué pone en juego y cuál es la oportunidad que tiene Boca en el Mundial de Clubes :: Olé

La clasificación de Boca al Mundial de Clubes quedó sellada hace casi un año, justo el día que el equipo -por entonces dirigido por Diego Martínez- quedaba eliminado de la Copa Sudamericana. Pese a esa pálida urgente, ni el más pesimista de los hinchas hubiera imaginado entonces de qué manera transcurrirían los siguientes meses para el Xeneize: entre pálidas deportivas, refuerzos resonantes y un contexto de inestabilidad insólito, que lo llevó a subir al avión con su cuarto entrenador en fila desde el momento en que obtuvo el ticket a Estados Unidos 2025.

Con todos esos antecedentes, que el plantel haya llegado a abordar el avión en Ezeiza sin la expectativa de otras partidas en busca de gloria suena lógico, al margen de la comprensión en cuanto a que la llama de la inédita Copa se encenderá más cerca de la fecha del debut. Y que podría llegar a ilusionar recién si ese estreno del lunes 16, ante Benfica, arroja algún resultado promisorio.

Efecto Russo

Miguel Ángel Russo, en Miami. REUTERS/Marco BelloMiguel Ángel Russo, en Miami. REUTERS/Marco Bello

Es que si la referencia futbolística son los últimos meses, la única aspiración seria podría ser la de no pasar papelones. Sin embargo, la apuesta de Juan Román Riquelme para suceder a Fernando Gago fue la de volver a las fuentes. Y con esa decisión personificada en el regreso de Miguel Ángel Russo (y casi con todos los mismos nombres que se llevaron puestos a los entrenadores y objetivos anteriores), al menos se puede esperar de Boca que sea un equipo más clásico y que vaya en busca de objetivos de mínima, al menos en un comienzo.

Chiquito Romero, finalmente convocado. REUTERS/Marco BelloChiquito Romero, finalmente convocado. REUTERS/Marco Bello

Porque hay algo que está claro aunque claridad no sea lo que sobre en este momento de Boca, y es que nadie sabe para dónde apunta el equipo en esta competencia. Quedó dicho, no dejar pagando a la multitud de hinchas que peregrinará hacia las playas de Miami en busca de un poco de sol pero también de revalidar el orgullo por la camiseta y esos resultados que la engalanaron en un pasado no tan lejano.

Aunque volviendo a ese enero de pura ilusión, cuando todavía no había pasado por el filtro letal llamado Alianza Lima, presentar un equipo con nombres de roce internacional (Cavani, Ander Herrera, incluso Marcos Rojo), sumado a los jóvenes valores, entre aquellos que ya mostraron que pueden dar más (Milton Delgado, Kevin Zenón, Carlos Palacios) y la estrella en deuda personificada en Alan Velasco, puede convertir a Boca -de la mano de Russo- en un equipo con chances de medirse y ver para qué está.

Días de calma

En principio, el ciclo arrancó con un camino que lo traccionó hasta poner un pie en el avión con la calma que faltó en tiempos recientes. Sí fueron novelas las resoluciones de los pases que se intentaron cerrar con prisa en estos últimos días, con suerte dispar, aunque por el calibre de los nombres (Marco Pellegrino y Malcom Braida), tampoco parecía una cuestión bisagra el hecho de que lleguen o no a tiempo para viajar junto al plantel.

En sí, Miguel se llevó las marcas, ocupó el rol central de la atención y con un trabajo sin descanso desde el viernes 30 de mayo en el que asumió y hasta el sábado 7 de junio, pareció dar en la tecla en cuanto a los dos dobles turnos que ordenó y las prácticas de fútbol donde fue parando equipos que volvieron a instalar una costumbre perdida en las últimas semanas de Boca: que se hable más de fútbol que de polémicas.

Porque, claro, si algo exasperó a la gente durante todo el proceso que incluyó los porrazos en la Libertadores y en el Apertura (al margen de los resultados), fueron las peleas, los rumores, los faltazos, las lesiones inoportunas y todas las decisiones que fueron implosionando un día a día por demás complejo. Todo eso confluyó en que el último contacto entre protagonistas e hinchas haya sido con el dedo acusador sobre absolutamente todos.

Cambio de aire

Con todo ese bagaje, el viaje y los más de 10 mil metros de altura que sobrevoló el avión con destino a Miami representaron un cambio de ánimo necesario para reiniciar el año más difícil de los últimos tiempos.

Es, definitivamente, una chance de relanzamiento, donde capitalizar los errores y avanzar. Una oportunidad de despegue para un Boca que tocó fondo y quiere resurgir. Por ahora, desde el aire.

Fuente: www.ole.com.ar

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